cinco años sin calcetines

01.03.09 RIBETES

Todo pasó en menos de un día. Llegada a San’a. Compramos el billete de vuelta. Paramos a un señor. Preguntamos por pensiones. Nos recomienda un hotelito en el centro del casco histórico de la ciudad. Vamos a buscarlo.

Atravesamos la muralla y de repente, estamos sumergidos en la Edad Media. Paseamos por sus calles estrechas y llenas de luz. Las casas son de adobe ribeteadas de blanco. Ventanas y puertas de dimensiones liliputienses, forman un cuadro abigarrado de edificios que se aglomeran ante nuestros ojos. Tenemos pocas horas. Miro y miro para absorberlo todo.

Paseamos por las calles más transitadas y llenas de comercio: dátiles, sedas, puñales, narguiles, plata, especies y así un largo etcétera que nos va absorbiendo. Hombres con turbante y mujeres de negro. Me pregunto: dónde estoy?

Está oscureciendo. Llegamos a la plaza que hay detrás de una de las puertas de entrada. Nos sentamos. Conocemos a Rodrigo. Conversamos sentados en el suelo como hacen la mayoría de yemeníes. Su deporte favorito. Nos despedimos y buscamos un lugar para cenar. Lo encontramos. Un señor me ofrece instalarme dentro de una habitación. Joan Antoni dice que nos quedamos fuera. Le recuerdo que soy mujer. De repente, empieza a discutir este hombre con el dueño del local y otros hombres que están cenando. Acaba la discusión. Me miran y sonríen. El otro se va. Yo, inconscientemente, me arreglo el pañuelo que tapa mi cabeza y bajo la mirada. Deduzco que puedo quedarme.

LLegada al hotel. Duermo envuelta en luces de colores. Las ventanas son como vidrieras góticas en forma de tímpano. Me arropo con la manta. La temperatura ha descendido rápidamente.
Me despierto con los primeros rayos. Abro los ojos y sin tener conciencia de donde estoy, admiro el espectáculo que hay delante de mis ojos: la antigua San’a. Tal vez, una de las ciudades más bellas del mundo.

Desayuno, últimos paseos por la ciudad y vuelta a Aden.

Llegamos de noche. Desde el muelle, gritamos a Eos. Nos oyen y vienen a buscarnos. Descargo fotos para tenerlas listas para vosotros. Duermo mal.
Esta mañana, logramos enviar la crónica de ayer de Joan Antoni. Bonita y sincera.
Tengo dos e-mails de mi madre, uno de Carlitos fan, Oriol y otro de Kurt. Empiezo por mi madre.
Me empiezan a sudar las manos. Leo y releo uno de los mensajes. Vuelvo a leer. Me pregunto porqué. Creí que llegaría a tiempo. Ya no será así. Tras 5 años de sufrimiento, de humillación, de ganas de aferrarse a la vida a cualquier precio, de batallar con ella a toda costa, hoy llegó el día de la claudicación. 7 de la mañana mi padre se fue, como siempre hizo él, levantándose bien temprano.

A los que estáis más cerca, solo os pido una cosa: brindad por mi padre con un buen vino de la Ribera del Duero; su tierra querida y sonreir por favor. Hoy es un gran día.