01.07.2006 Cartagena de Indias

1 julio 2006 a las 11:20 | Publicado en Empezamos | Deja un comentario
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Tras decidir permanecer en Curaçao, volvimos a cambiar de planes y nos fuimos a Jamaica. La travesía duró 4 días y destacó por ser tremendamente aburrida a falta de viento. Pero una vez en Jamaica, el aburrimiento se disipó con las visitas de todas las autoridades marítimas, incluyendo la última a las 23h con un grado etílico importante en sus venas, con miradas lujuriosas a mis partes más “relevantes” y exigiéndonos dinero cuando sabíamos perfectamente que la entrada a este país no se tiene que abonar ninguna cantidad monetaria. La situación se fue complicando por momentos al negarnos rotundamente a pagar pero al final, los tipos de cuarentena decidieron abandonar nuestro barco no sin amenazarnos con volver al día siguiente, cosa que afortunadamente no hicieron.
El resto de la estancia fue más apacible aunque siempre con la alerta puesta. Visitamos la capital aún con la advertencia de unos daneses que no lo hiciéramos ya que parece ser que la ciudad está dividida por dos grupos políticos que engloban la totalidad de la población y que a veces deciden liarse a tiros por lo que Kingston queda tomada y cerrada por la policía. Curiosamente la visita duró poco y la impresión fue totalmente distinta a lo explicado por éstas personas.
De Kingston cambiamos de fondeo y nos fuimos a Port Antonio. En este pueblo estuvimos el resto de nuestra estancia ya que resultó ser un lugar muy tranquilo ycon alrededores muy interesantes para visitar en bicicleta.

Fueron varias excursiones encantadoras aunque con un sol de justicia y con una carretera no siempre fácil ya que Jamaica  es una isla muy montañosa.

Y fue durante estas excursiones donde encontramos un pueblo encantador y muy generoso aunque no por ello dejaba de ser difícil sobre todo para mí ya que los jóvenes y no tan jóvenes, siempre tenían un comentario a hacer aunque a 5 metros fuera Joan Antoni y comentarios que,  por cierto a veces rozaban la
grosería.
Curiosamente en una de estas excursiones, íbamos entre plantaciones de bananas. Paramos para comprar fruta ya que en breve, partíamos hacia Colombia (se aproximaba la fecha oficial de inicio de los huracanes en el Caribe que es el 1 de junio). La sorpresa fue que cuando quise pagar la mujer se negaba a recibir dinero. Ella nos decía que sólo vendía cajas de banana o racimos y que como nosotros sólo queríamos una docena, no nos lo podía cobrar. Así pues, con nuestros plátanos en la mochila, empezamos a volver a Port Antonio aunque con una previa parada a un río para darnos un buen baño y así continuar bien fresquitos.


Dejamos Jamaica con las ganas de visitar las Blue Montains. La carretera que las atraviesa estaba cerrada ya que el año anterior pasó un huracán por la isla dejándola totalmente inservible. Así que rumbo a Santa Marta (Colombia), pasamos 3 días de navegación con muchísima mala mar. Las guardias eran
sencillamente insoportables ya que cada vez que querías sacar la cabeza para asegurarte que no había ningún mercante por los alrededores, una ola te sacudía la cara una y otra vez. Pero bueno, al final llegamos a Punta Menguange.
La entrada a la bahía fue tranquila y se nos apareció de pronto como un lugar rodeado de exuberantes montañas frondosas y de difícil acceso, al menos así lo parecía desde el mar. Una vez  acercándonos al fondeo, vimos pequeñas canoas pescando en la ribera y en la orilla, habían pequeñas cabañas habitadas básicamente por familias de pescadores. Todos iban saludando a nuestro paso dándonos la bienvenida (este gesto relaja siempre el alma cuando llegas a un nuevo país).
Pero una vez  echada el ancla, vimos en la orilla la lancha de los guardacostas y esto hizo que nos pusiéramos un poco tensos ya que acabábamos de llegar a un lugar donde sabíamos que no podríamos hacer la entrada.
Efectivamente, en menos que canta un gallo, la lancha se abarloó rápidamente a nosotros y nos exigió la documentación del barco. Al final resultaron ser personas bastante amables que nos permitieron pasar la noche en Menguange aunque avisándonos que como parque nacional que era aquella zona, el fondeo de embarcaciones de recreo estaba prohibida.
Al día siguiente, después de hacer el plan de navegación y limpiar las sentinas que estaban llenísimas de agua, partimos rumbo a Santa Marta.
Una vez ya situados dentro de la bahía, las autoridades portuarias nos explicaron que debíamos agenciarnos para realizar los trámites de entrada al país. Nosotros insistimos que queríamos hacer los papeles por nuestra cuenta pero Capitanía Marítima nos dejó muy claro que ese procedimiento era imposible en aguas colombianas. Es decir: pagas o pagas. Al final y con pocas ganas, nos agenciamos y por el módico precio de 70$ (previo regateo ya que nos pedían 100 de entrada) y tras una visita de dos horas por la ciudad esperando a los de Capitanía e Inmigración, en 30 minutos teníamos todos los papeles hechos. Al final y después de 3 días sin poder bajar del barco, ya estábamos en Santa Marta.
Santa Marta es una ciudad bulliciosa con sus calles llenas de comercio y con un casco antiguo colonial que aunque discreto si lo comparamos con el de Cartagena, no por ello deja de ser menos cautivador y amable. Sus gentes siempre sonríen y siempre tienen un comentario agradable para hacerte. La verdad es que nos asombró ver tanta amabilidad y educación en el trato que absolutamente todas las personas de la calle nos dieron.
Y así pasamos 10 días visitando la ciudad y sus alrededores y alternando el turismo con la elaboración de un nuevo toldo para el Talula.


Y de Santa Marta a Cartagena donde no llegamos con demasiado buen pie. Para resumirlo diré:
-nos enganchamos delante de una estatua de la virgen que hay en medio de la entrada casi ya llegando al fondeo. Hubo suerte y nos pudimos desenganchar sin pena ni gloria.
-Entramos en discusión con la agencia que opera en este fondeo que está delante del Club Náutico de Cartagena ya que nos exigía otro pago de 60 o 70$ por hacer la entrada a Cartagena.
-Por la noche aparece un capitán de la marina diciéndonos que estábamos cometiendo una ilegalidad y que patatín y patatán y que si no nos acatábamos a la ley de aquí nos sugirió sutilmente que nos expulsaría de Cartagena. Joan Antoni le dejó clarito y sin sutilezas (no sin tener las tripillas apretándole) que si llegábamos a esta situación, haría una reclamación en nuestra embajada ya que la entrada al país estaba hecha en Santa Marta y que por tanto no había ninguna ilegalidad cometida por nuestra parte. Al final el tipo se calmó y todo ha quedado en la misma historia de siempre: paga y calla.
Pero bueno, ya llevamos 2 semanas por aquí y esto es de película de malos.
Sólo un par de chismes básicamente para los que ya han estado por estas latiudes y saben cómo funciona este Club: en estos momentos tenemos a un español (Roberto del Lady Kis) entre rejas ya que pretendía salir con 100Kg de coca líquida en el depósito de diesel. Todos creemos que ha sido un chivatazo pero bueno, el hombre se encuentra en prisión y con un poco de suerte y dejando pasar dos años, podrá salir siempre y cuando pague a un buen abogado y soborne al juez de turno.
También hay una historia de un italiano que lo pillaron en Panamá llevando a colombianos ilegales; es nuestro vecino de fondeo.
Y a Joan Antoni le entraron ayer ofreciéndole llevar esmeraldas en el barco hasta Panamá.
Ya ven, aquí estamos entretenidos con tanto “movimiento” y con el “culo de pollo”. Este es un viento que sopla normalmente del sur y que en cuestión de minutos entran unas ráfagas que pueden llegar a los 40 nudos. Dura una hora y ya hemos pasado tres. Hasta la fecha Talula ha aguantado pero tendríais que ver a
todo el mundo en sus bañeras (hay unos 30-40 barcos fondeados), controlando sus anclas mientras ves a 4 o 5 barcos como van garreando entre los otros. El primer culo de pollo fue a las 5 de la mañana. Salimos para ver si estábamos bien cogidos y volvimos a entrar. En un minuto empezamos a oir gritos. Salimos corriendo y vimos como un barco venía directamente hacia nosotros y no había nadie en la cubierta. Empezamos a gritar y a preparar el barco para salir de allí pero todo era demasiado rápido para hacer algo. Al final el barco fue contra el italiano y éste como todos los demás que vimos el barco encima del nuestro, no paraba de gritar para que el dueño saliera y  lo controlara. Hubo suerte y el tipo se despertó pudiendo controlarlo sin que llegara a tocar a ninguno y  se colocó cómo los otros barcos que también habían garreado, en medio del
canal a aguantar con el motor a que pasara el pollo.

Como pensamos estar hasta finales de julio principios de agosto en Cartagena, os contaré más adelante el final de nuestra estancia en esta ciudad que se me olvidaba decirlo, es una preciosidad.


Dsifruten de sus vacaciones y hasta dentro de unas semanas,
Laura

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