18.08.2007 Añadiendo Pacífico

18 agosto 2007 a las 21:22 | Publicado en Empezamos | Deja un comentario
Etiquetas: , , , , , , , , , , , , , , , , , ,

Perdí un día.

Acabo de entrar al barco. Quería ir a pasear por la playa pero la marea se la ha comido. Hasta mañana no podré ir a estirar un rato las piernas.

Estoy en la isla de Nuapapu (Vava’u – Reino de Tonga). Todo es así de exótico y de difícil pronunciación pero muy interesante.

Después de Moorea (vuelvo a la Polinesia francesa), continuamos con una pareja de canadienses hacia Huahine (la perla de las Societé),  Tahaa, Raiatea (parada técnica de 3 días para soldar la escalera de baño) y Bora Bora (la más decepcionante de todas).

Tras partir de Moorea al atardecer y después de una noche de navegación con una mar de fondo importante, viento racheado pero al menos, acompañados de una inmensa luna llena (la gran amiga de los navegantes), llegamos al amanecer a Huahine. Costó lo suyo encontrar el paso que separa la gran barrera de arrecife entre el océano abierto y la laguna interior  pero allí estaban las luces verde y roja como dos estandartes que te indican dónde está ese túnel de aguas profundas por donde Talula se deslizará hacia la tranquilidad de esas aguas de mil matices de la gama de los azules.

Entramos y empezamos a remontar el canal hacia el fondeo que estaba a más de dos horas de navegación. El viento lo teníamos en la cara y a lo lejos veíamos como un frente se estaba aproximando hacia nosotros. El viento aumentó y la visibilidad empeoró pero gracias al programa de navegación y a la perfecta señalización (estamos en Francia), llegamos al fondeo elegido.

Huahine ha sido y es lo más particular, misterioso, salvaje, añil/turquesa y acuático de todas las islas de este último archipiélago francés. Aquí pasamos 5 días explorando la isla con nuestras bicicletas. Las carreteras serpenteaban caprichosamente bordeando bahías de gran profundidad, lagos de agua salada, playas de aguas tranquilas y otras de una mar enfurecida que levantaba olas enormes queriendo atravesar esa gran barrera que protege su interior como su más preciado tesoro y pequeños poblados de casitas llenas de plantas y árboles frutales de toda clase.

Tahaa a solo mediodía de navegación, fue la hermana austera de Huahine. Bonita, tranquila y digna, aunque más pobre y en donde empiezas a notar como las subvenciones del estado francés llegan en menor cuantía.

La anécdota de esta isla fue una noche cenando en el Nerisa K (el barco de nuestros amigos canadienses), empezamos a notar un olor a cloaca horrible. Al principio pensábamos que tal vez el origen procedía de un catamarán que estaba a nuestro lado y que había decidido, aprovechando la complicidad de la noche, vaciar su tanque de aguas negras. Ya ven, así pasamos como unas 4 horas aguantando el olor y maldiciendo al barco que además era de bandera estadounidense (valor añadido para nuestras críticas y sarcasmos). Pero cúal es nuestra sorpresa que al decidirnos a abandonar el Nerisa ya que eran altas horas de la madrugada, en medio de los dos auxiliares, vi una gran bola enorme flotando. Al principio no pude distinguir lo que era hasta que mis ojos se acostumbraron al negro de la noche. Pero cuando ya pude, cúal fue mi asombro al reconocer que no era ni más ni menos que un enorme cerdo en estado de putrefacción. Menudo ataque de risa que me dio al ver la imagen tan surrealista que había a nuestro lado aunque Petronela y Cristhian  no pensaban lo mismo ya que no sabían qué hacer para deshacerse del tremendo animal que había pegado a su barco.

La decepcionante Bora Bora.

Sucia, descuidada, llena de hoteles y de parejas de japoneses e italianos en plena luna de miel (que nadie se ofenda por ello. No tengo nada en contra de los recién casados y aún menos, de los italianos y japoneses pero fue algo que me llamó la atención), Bora Bora fue la gran decepción. De hecho, ya estaba avisada por Joan Antoni que la visitó 6 años atrás pero: cómo puedo decir que no cuando en la guía pone “the most beautiful island….”. Y claro, si te dicen the most beautiful island es que es the most beautiful island digo yo, no?. Pues no.

Lo único que vale la pena de esta isla es su panorámica desde Tahaa y la imponente montaña que desde su cima puedes apreciar todo el contorno de la isla.

Niue.

1100 millas y después de toda una semana de navegación en donde nos cruzó dos frentes fríos que nos hizo correr como locos y de otros días de calma absoluta, llegamos a Niue que es una pequeña isla independiente con 1100 habitantes.  Aquí no se puede fondear debido a la gran profundidad de sus costas y además, sus fondos son totalmente de roca.

Después de media hora de intentar entender lo que nos decía uno de los dueños del Niue Yacht Club que tenía un duro acento neozelandés, cogimos una boya al lado de un par de ballenas que salieron casi casi a saludarnos. Niue como Tonga, son dos santuarios de ballenas jorobadas por lo que resulta fácil avistarlas e incluso bañarse con ellas como hizo ayer Joan Antoni mientras yo me discutía con una lancha que organizan estas actividades. Pero volvamos a Niue para no liarnos.

Aquí estuvimos 5 días. Fueron horribles ya que llovió sin parar y además, al estar en un lugar totalmente desprotegido, la mar de fondo era tan fuerte que para dormir tenías que ponerte cruzada e inventar 100 formas de quedar inmovilizado para no salir disparado del camarote. No se podía casi comer y el mareo estaba garantizado. Además, para ir a tierra, debías de sacar cada vez tú auxiliar del agua con una grúa ya que las olas chocaban violentamente contra el pantalán de cemento.

Aquí Nerisa perdió su auxiliar una noche de fuerte mar y lluvia por lo que la excursión que pretendíamos hacer al día siguiente quedó anulada. Pero al menos, un día visitamos una caverna por pura casualidad llena de estalactitas, estalagmitas y unas aguas tan especiales y transparentes que fue como mágico estar dentro de ella y poderse bañar. Estuvimos en una inauguración de una iglesia en donde la gente vestía con sus trajes y bailaban y cantaban de una forma nada comparable  con los espectáculos de cada noche que había en Bora Bora.

“Disfrutamos” de un chapoteo lleno de serpientes de mar que nos hizo salir del agua muy dignamente pero con la cara pálida y un ligero temblorcillo que nos delataba vilmente por muy dignos que fuéramos saliendo todos del agua y de la agradable compañía de Mamata,  que era la mujer de otro dueño del Yacht Club que no era más que una casa con una fantástica heladería al lado y en donde podíamos conectar nuestros ordenadores a internet. Bueno, mejor dicho, ellos podían conectar y yo iba pidiendo si me dejaban un ratito para consultar mi correo.

Aprovechando el consejo de nuestro “rutier” Oriol de Badalona, zarpamos de Niue con una buena ventana de viento para poder llegar a Tonga antes que un frente que estaba subiendo del sur. Todo fue perfecto hasta que estábamos a unas 15 millas del fondeo. Era de noche. Joan Antoni decidió esperar ya que las cartas de navegación no eran fiables. Decidimos dormir un rato. Soplaba viento fuerte. Cuando empezó a amanecer, pusimos velas a rumbo y el viento que en principio nos debía ayudar, se nos puso en contra. Aumentó hasta 37 nudos. Llovía a raudales. No veíamos nada. Talula no podía adelantar camino. Las olas nos empujaban  hacia la montaña. El tema se empezaba a complicar demasiado y no entendíamos que pasaba. Pero poco a poco, y con un poquito de mayor y de trinqueta, fuimos avanzando hasta conseguir entrar en la bahía donde la mar y el viento ya no era tan fuertes.

Equivocación!!!: no hay que esperar y aún menos cuando el viento va rolando de forma anti horaria. Eso quiso decir que el frente estaba encima nuestro y nos lo tuvimos que comer enterito. Se adelantó un día pero Talula y su capi, respondieron magníficamente y supieron mantenerse fuertes ante la “sorpresa del día”.

 Tonga. Aquí perdí el 31 de julio de camino a este archipiélago.

Ya llevamos una semana en una boya en Neiafu (capital de Vava’u). Lo primero que más me sorprendió fue la forma de vestir. Normalmente van de negro y los hombres visten con pareo.

Encima de la falda, se ponen una especie de arpillera que en el caso de algunas mujeres (los hombres también lo llevan y es indicativo de ir bien vestido) va desde el ombligo hasta los tobillos, pareciendo sacos en movimiento.

Las frutas y verduras son totalmente orgánicas. Las lechugas son tan grandes que incluso llevan flor y los pecíolos o tallos son como si fueran acelgas, teniéndolas que cortar bien pequeñito para no sentirse uno vaca rumiando pasto.

Finalmente hemos abandonado la tranquilidad de la boya para empezar a visitar los muchos  fondeos que hay en esta zona. Ayer aprovechando el sol que últimamente lo vemos pocas veces, fuimos a hacer snorkelling. En el canal vimos ballenas y lanchas a su alrededor por lo que decidimos hacer lo mismo. De primeras se nos acercó una lancha y nos dijo todo lo que debíamos y no debíamos de hacer antes de abandonar el lugar.  Una vez se fue, nos acercamos hasta otra lancha y nos mantuvimos detrás de ella. El espectáculo era increíble. Había como 10 personas al lado de la ballena y de su cría. Joan Antoni se decidió a saltar y a pesar de las protestas de uno de los tripulantes de la lancha, el se fue para allá. Y mientras yo disfrutaba viendo a la ballena y controlando al chinchorro, otra lancha me medio envistió por detrás a pesar de que parte de los turistas de la primera lancha, gritaron al ver como se me aproximaba. El tipo me empezó a decir que si no tenía licencia que debía de irme. Yo le dije que podía mirar y que en ningún momento, las autoridades me comentaron nada de esta “supuesta prohibición”. Era claro que estos señores estaban defendiendo su negocio y de una forma un tanto agresiva por este último, me decía que para disfrutar de este espectáculo, tenía que pasar primero por caja. Al final y cansada de discutir, le envié al “carajo” en un perfecto castellano que evidentemente él no entendió, regresó JA, y nos fuimos en busca de otro arrecife.

Así pues, hoy desde Nuapapu, un poco más tranquila y menos indignada y con un Joan Antoni orgulloso de haber estado tan cerca de un cetáceo que me “obliga” a tratarlo de usted, os dejo ya que voy a intentar pescar algo para la cena de esta noche.

Besos y hasta otro momento,

Laura

PD: un día después.

Al final no pesqué nada y la cena consistió en una fantástica tortilla de espinacas de lata para no perder la costumbre. Me refiero, para no perder la costumbre de consumir productos enlatados. Pero lo peor de todo es, que al lado del barco hay bancos enormes de crías de pececillos por lo que me paso todo el día oyendo a Suri ladrar a los peces más grandes que merodean por aquí al acecho de los más pequeñitos.

Ya ven, los veo, los oigo pero no puedo comérmelos…..cuanta tristeza para mi estómago maltratado.

Blog de WordPress.com.
Entries y comentarios feeds.